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Los bancos de sangre se encargan de recoger, procesar y almacenar la sangre procedente de donantes que se emplea para las transfusiones sanguíneas.
Así, previo a una transfusión, se debe realizar un test de compatibilidad entre los grupos sanguíneos del donante y el receptor, pues una transfusión entre individuos no compatibles dará lugar a la aglutinación de la sangre del receptor, llegando en ocasiones al fallecimiento del paciente.
Los distintos grupos sanguíneos vienen determinados por la expresión de ciertos antígenos en la superficie de los eritrocitos o glóbulos rojos (en inglés, RBCs), conociéndose hasta la fecha en torno a 3.000 grupos sanguíneos distintos en la población.
En el contexto de las transfusiones, los antígenos que comúnmente se analizan son el antígeno A y el antígeno B (sistema ABO), así como el antígeno D (sistema Rh).
Además, en algunas ocasiones, en paralelo al análisis de antígenos, se realiza lo que se conoce como test ABO reverso, que consiste en analizar la presencia o ausencia de anticuerpos frente a los antígenos A y B en el suero del paciente. De este modo, un paciente cuyos RBCs expresen sólo antígeno A, podría presentar en suero anticuerpos anti-B (en función de si ha estado o no expuesto previamente al antígeno B o a otro antígeno similar), pero en ningún caso presentará anticuerpos anti-A.
Existen una gran variedad de pruebas para el análisis de los grupos sanguíneos, siendo una de las más habituales el “test en tubo”, que analiza tanto la expresión de los antígenos A, B y D por los RBCs, como la presencia de anticuerpos anti-A y anti-B en el suero (test ABO reverso.
Así, el primer paso para la realización del “test en tubo” consiste en separar los RBCs del suero, a partir de una muestra de sangre total. Para ello, se toman 5mL de sangre total en un tubo sin anticoagulante y se centrifugan a 1.500 G durante 15 minutos. Tras la centrifugación, la muestra se divide en dos fracciones. La fracción superior, de aspecto amarillento, corresponde al suero sanguíneo; y la fracción inferior, de aspecto rojizo, a los RBCs [Figura 1].
Más en detalle, para el análisis de la expresión de antígenos A, B y D, los RBCs aislados se diluyen en una solución salina hasta obtener una suspensión con una concentración del 2-3% de RBCs. Luego, se toma una gota de esta suspensión (40μL) y se mezcla con una gota del reactivo correspondiente (40μL) en un microtubo (0,2mL). Los reactivos son anticuerpos anti-A, anti-B y anti-D.
El tubo se centrifuga a 1.000 G durante 20 segundos, tras los cuales se resuspende el sedimento que se haya formado en la centrifugación, y se observa si se produce aglutinación. Finalmente, los resultados de aglutinación de esta prueba se complementan con los resultados de aglutinación del test ABO reverso, y se determina el grupo sanguíneo del paciente.
La centrifugación resulta un proceso fundamental en los laboratorios de los bancos de sangre, pues permite, entre otras cosas, realizar de manera sencilla análisis de compatibilidad en el contexto de las transfusiones sanguíneas.
Para la realización de todos estos pasos de centrifugación necesarios podemos contar con la Unicen 21, que ofrece múltiples opciones de rotores para trabajar con una amplia gama de volúmenes, su control permite personalizar la manera de trabajar para integrarse perfectamente en los procesos del laboratorio.
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